19 DE AGOSTO
Nos despertamos un poco más tarde de lo habitual ya que iremos directos al cercano aeropuerto donde debemos estar antes de las 12h. Desayuno bastante variado aunque todo individualizado, plastificado. La prevención y la recogida selectiva no son unas prioridades por estos territorios.
Devolvemos el coche, tardamos en pasar la seguridad del aeropuerto, jugamos unas timbas de brisca y cinquillo y una comida rápida asiática hasta que empieza el embarque dirigido por un pequeño hindú que nos avisa que hay situación crítica de equipaje y pide que algunas maletas de cabina pasen a bodega. No es nuestro caso ya que llevamos sólo mochilas y una bolsa de ropa sucia a la que Cris muestra un "fuerte aprecio”.
Aquí terminamos la primera parte del viaje. La costa Este de Canadá que hemos explorado nos ha llenado del verde de la inmensidad del ubicuo bosque maduro y del color de whiskey de los reiterados ríos, lagos, humedales, golfos... Venimos de un país que está sufriendo una sequía atroz. Estar aquí nos ha dado una gran paz.
La condiciones atmosféricas han estado ideales. La temperatura perfecta. Nada de frío y poco calor. Las frecuentes nubes nos impedían los rayos directos intensos y proporcionaban algo o bastante lluvia pero no nos ha impedido realizar ninguna actividad programada.
En general la gente de aquí nos ha transmitido tranquilidad, amabilidad, servitud... En la carretera no hemos observado actitudes agresivas, todo lo contrario. Ni tampoco conducciones de velocidad excesivas. La gasolina está algo más barata pero los vehículos consumen algo más (no tienen la exigente legislación ambiental europea).
Por aquí impera la seguridad. Hay muy poca violencia o vandalismo.
Canadá es el "hermano" agradable de Norteamérica pero no todo es perfecto. El coche es el medio predominante y sigue configurando sus espacios: semáforos de duración corta para peatones, autopistas de 7 o 8 carriles, pocas calles peatonales en las ciudades. Todos los comercios o actividades tienen su espacio para aparcar... Algunas cosas que nos han sorprendido son los semáforos posteriores a los cruces, algunos cruces con stops en todas las entradas, los grandes camiones con remolques tan grandes como el tráiler principal o la inexistencia de matrículas delanteras en los coches.
Las centros de las ciudades están llenos de grandes edificios pero una vez se sale de éstos la mayoria de viviendas son casas unifamiliares muy arregladas de 2 o 3 pisos con su entrada ajardinada, su porche, su patio…
En todos los restaurantes y otros servicios se exigen las propinas. Mínimo un 10%. No es fácil escaparse, cuando te traen la máquina de cobrar te lo dejan en la pantalla de TIPs para que escojas un 15, un 20, un 25% y te lo remarcan.
El avión dura 5 horas y cuando llegamos a Vancouver hay que retrasar 3 horas con lo que estamos a 9 horas de diferencia con nuestro origen. Volveremos a sufrir un nuevo jet lag.
Recogemos las cuatro maletas pero no están completas, a una le falta un rueda, por suerte, la atención de Westjet es rapidísima y en cuestión de minutos nos dan una nueva y mejor que la que teníamos. Genial.
El hospedaje en esta ciudad lo haremos a través de Airbnb en un casa con nueve habitaciones, 2 para nosotros y parte del resto estarán ocupadas por personas de aspecto y conducta asiática.
A pesar del cansancio que nos invade, nos disponemos a aprovechar, turísticamente, las horas que quedan del día. De camino al centro, observamos el sol (entre un bosque de grandes edificios) que presenta una aureola rosácea. Más tarde, comprobaremos que la causa está en el humo de los inmensos incendios que están asolando Canadá este verano.
Un huerto comunitario en Cambie Street…
También en esta ciudad, además del metro, existe el trolebús…
Llegamos a Gastown, un animosa y neurálgica zona que tiene una atracción pequeña pero curiosa y muy visitada por turistas. Es un reloj que funciona con una máquina de vapor construido por el relojero canadiense Raymon Saunders. Otros relojes parecidos sólo se encuentran en Otaru, Japón; Indianápolis de Estados Unidos y las ciudades canadienses de Whistler y Port Coquitlam en la Columbia Británica, el territorio donde estamos. El reloj muestra la hora en cuatro caras y anuncia los cuartos de hora con 4 silbatos que tocan el Westminster Quarters. Además, en las horas en punto tocan las “campanadas” con el silbato central.
Cenamos en un restaurante, justo en el mismo cruce, que posee una carta de platos de cocina rica y interesante.
Pasamos por el colorido nocturno de Canada Place, un lugar emblemático de congresos y actividades importantes como fueron las olimpiadas de invierno de 2010.
El BC Center, un centro polideportivo y de eventos culturales con techo retráctil que será uno de los campos de fútbol donde se juegue el campeonato del mundo masculino de fútbol de 2026
La iluminada esfera geodésica del Science World, un centro científico dirigido por una organización sin ánimo de lucro llamada ASTC Science World Society.
Seguro que habéis vistos pelis americanas que el bueno se escapa por la escalera de emergencia y cae sobre contenedores de un callejón oscuro, húmedo, sucio, con los malos acechándole, pues en el centro de esta ciudad hay muchos. Yo prefiero enseñaros uno de ellos pero tuneado y mejorado con más luz, gracia y arte… (more awesome now).
20 DE AGOSTO
Nos despertamos con la buena noticia que España (repleta de catalanas) es la campeona de mundo. Últimamente las chicas deportistas lo están dando todo…
Desayuno en un Starbuck’s y emprendemos ruta.
Aquí os dejamos un detalle curioso: una piscina con el suelo transparente en un puente entre edificios en el nivel 20 o 30…
Por mucho que lo vea, me maravilla, contínuamente, la gran cantidad de vegetación que hace esconder las casas y cubre toda la calle.
Hoy nos disponemos a hacer una excursión organizada, visitaremos Capilano y Grouse Mountain. Compartimos un pequeño autocar con la locuaz Estela (guía) y 3 parejas americanas de Idaho, Illinois y Los Angeles.
Como todos somos muy puntuales, Estela aprovecha para hacer algunas paradas y prolijas explicaciones, primero en la playa más popular de Vancouver, English Bay.
Este es uno de los lugares preferidos por los locales para salir a hacer deporte como, por ejemplo, estos ruidosos boxeadores…
Justo al lado, una serie de simpáticas esculturas denominadas A-maze-ing Laughter, que representan a unos gigantes chinos descojonándose. Una donación del billonario y filántropo Chip Wilson, creador de la ropa de yoga lululemon, entre otras iniciativas.
Siguiente parada en el Stanley Parc, el parque urbano más grande de Canadá, cuenta con lagos, senderos y sitios perfectos para hacer picnic dentro de un bosque inmenso. Lo envuelve el panorámico Seawall Path, un sendero muy transitado.
Frederick Stanley que da nombre al parque fue el decimosexto conde de Derby y un político del Partido Conservador británico que se desempeñó como Secretario Colonial de 1885 a 1886 y Gobernador General de Canadá de 1888 a 1893. Un ávido deportista, famoso en América del Norte por obsequiar a Canadá con la Copa Stanley, trofeo del campeonato de hockey sobre hielo.
Paramos en una zona donde se pueden admirar unos curiosos tótems…
Y encandilarse con el perfil vancouveriano.
Un curioso cartel que avisa del peligro de los coyotes si dejas sueltas tus mascotas y un tándem.
Vancouver es un península rodeada por 40 km de Costa.
Pasamos por el Royal Yate Guard, centro náutico inaugurado por el príncipe Eduardo.
Esta zona tiene una gran industria salmonera. Visitamos una piscifactoria en el curso del río Capilano con un entorno precioso.
Cuando los árboles mueren, se cortan pero de los tocones que quedan rebrotan nuevos árboles, a veces de diferentes especies.
Nos explican la entregada biología de los salmones (remontan los ríos donde crecieron para desovar y morir), los vemos saltar, conocemos las ingentes cantidades de peces producidas.
En esta zona hay 5 especies, la segunda es la más sabrosa…
Un plumado pescador…
Subimos a la Montaña Grouse con su teleférico…
Aquí nos percatamos con la vista y el olfato que todo el paisaje está envuelto por el humo de los incendios que están activos por toda Canadá, sobre todo en la costa Oeste y en el Norte. Los más cercanos están a centenares de km pero son muy extensos y llevan mucho tiempo encendidos. Nos produce una intensa tristeza y nos impedirá ver bien el hermoso paisaje.
Dos cervatillos nos dan la bienvenida en la montaña.
Grouse Mountain es un centro de actividades lúdicas familiares.
Nosotros asistimos a una demostración avícola. Aquí el halcón peregrino, animal más veloz de mundo.
Una hermosa rapaz nocturna…
Asistimos a la exhibición de aguerridos y trepadores leñadores…
Visitamos a los dos osos que no pudieron liberan porque crecieron desde pequeños en cautividad…
Nos sorprenden, al lado del camino, dos urogallos hembras… (grouse quiere decir urogallo). Especie muy difícil de ver por nuestras tierras y en grave peligro de extinción. Es una especie con dimorfismo sexual muy marcado ya que el macho es bastante más grande y colorido.
Por la montaña hay una gran cantidad de hermosas y grandes tallas en madera.
Descendemos pero la visión de Vancouver se resiste por el humo ambiental…
Llegamos a Capilano, una de las principales atracciones turísticas de Vancouver, el parque que contiene, como atracción principal, el puente colgante que cruza el río del mismo nombre y que tiene una longitud de 140 metros y se encuentra suspendido a 70 metros de altura sobre el río.
El parque se abrió a principios del siglo XX y viene precedido por 7 generaciones de la “humilde” familia Capilano.
La oscilación arrítmica del puente convierte su travesía en una divertida e inquietante actividad…
El parque también contiene pasarelas entre árboles y por los acantilados…
Algunos árboles son de enormes diámetros y alturas…
Volvemos al centro de Vancouver.
Estela nos explica que esta ciudad tiene el mayor porcentaje de vehículos Tesla per cápita. Posiblemente por la alta sensibilidad a los problemas de contaminación.
Visitamos la enorme librería Indigo para gozo de Noa aunque Mar también pilla algo…
Como el mirador Lookout Vancouver está a 168m de altura en el Harbour Center ya ha cerrado, vamos a cenar justo en el piso de arriba, un restaurante giratorio.
Imagen mientras subimos en el ascensor exterior…
Desde nuestra mesa vemos el Lions Gate Bridge, puente de casi 2km abierto en 1938 gracias a la familia cervecera irlandesa Guiness. Por este puente cruzamos hoy para visitar Capilano y Grouse Mountain. Hay 3 carriles, el del medio es de dirección cambiable, según tráfico.
Volvemos a “nuestra” casa y nos percatamos que nos dejamos un bolso con las llaves de las habitaciones en el restaurante. 21,40h: dejamos a las jóvenes y volvemos Cris y yo. A las 22:00h cierran el restaurante. Llegamos a las 21:56h. Subo en uno de los dos ascensores que acaba de bajar con clientes. Me he dejado el móvil en el coche donde espera Cris. El botón del restaurante no se queda encendido, se cierran puertas y el ascensor sube hasta la planta inferior del restaurante que está cerrada y no permite ver nada al exterior. Me encuentro sólo. 22:00h llamo al teléfono de emergencia del ascensor: me contesta una persona de seguridad (¡alivio!): le explico mis visicitudes y me responde que lo único que puede hacer es llamar al restaurante. 22:04h empiezo a aporrear la puerta y a gritar. 22:05h se apagan las luces. Me quedo a oscuras. Vuelvo a pulsar el botón de emergencia pero con el ascensor apagado no funciona. 22:07h: ¡pánico! me imagino durmiendo y aguantándome el pipi toda la noche. Pulso el botón de alarma reiteradamente. 22:09h: se encienden las luces, asciendo hasta el restaurante y se abren las puertas mientras algunos comensales que esperaban bajar se muestran espectantes. 22:10h: bolso recuperado. La angustia desaparece y mis latidos languidecen. Una anécdota…
Vuelta a “casa”, ducha y a descansar.
A pesar del último incidente y el humo, ¡el día ha sido espectacular!
Boa noite!