Día entero de viaje.
A los 15 minutos de nuestra salida hacia el aeropuerto ya nos percatamos del olvido de un par de cosas. La vorágine de acontecimientos laborales, familiares y de alguna otra índole nos han impedido preparar el viaje concienzudamente.
Punto y aparte. Cuando pasas la aduana nuestros cuerpos se empiezan a colmatar de ilusión y nuestras mentes parecen agitarse para hacer sitio a los nuevos y imperecederos recuerdos que estamos a punto de vivir. Viajar es un privilegio y para nosotros una opción perenne.
Vuelo muy tranquilo hasta Toronto en un avión sin pantallas pero entretenidos con los móviles y una tablet con algunas pelis (que no nos cobran a pesar de nuestra insistencia). Sólo haré una mención ambiental: cuanto material desechable contienen las comidas de altos vuelos! Una barbaridad! Parecida a la de los Macdonals y establecimientos de calaña similar. Lamentablemente todo está sobreenvasado con plástico.
Algunas pocas turbulencias. Curiosamente, sólo mientras Noa hacía deberes.
Atravesamos dos capas nubosas y contactamos suavemente con la superficie terrestre en la que se aprecian charcos en estado sólido. O sea, un frío del carajo. Unas horitas de deambuleos, wifi, lay's y al vuelo de La Habana.
Pero antes, caos en la salida. Primero reclutan voluntarios para dejar maletas de cabina ya que el vuelo va completito, después retraso en lo autobuses que nos llevan al avión...
Después de 3 horas y media de vuelo llegamos a La Habana cuando ya han pasado la 1 de la madrugada de la hora local, las 7 de nuestro origen y 22h desde que nos recogió Alba en nuestra casa cornellanense. La única ventaja que nos ofrece este horario vespertino es que los trabajadores aeroportuarios no están para monsergas y nos despachan rápido.
Enseguida te percatas que aquí todo tiene su propia lógica y su particular funcionamiento.
Nos recoge Bárbaro, un taxista cubano que hace honor a su nombre respecto a sus dimensiones, amigo de Yordano (que a su vez es amigo de Alba) el cual nos acogerá en su casa unos días.
Por el camino Bárbaro nos explica alguna de las particularidades de esta isla alargada que posee un quinto de superficie respecto el estado español:
- Aquí todo es del estado excepto algunos negocios (pocos pero en pujanza)
- Hay dos monedas, la CUP que es la cubana y la CUC que es para los turistas. Un CUC vale 25 CUP o 0,8 euros. A modo de ejemplo, un pensionista cobra 500 CUP. Por lo tanto, ¿cuántos € cobra un jubilado al mes? No busques la calculadora, ya te lo digo: una miseria. En palabras del voluminoso chófer: tiene para frigoles, arroz y algunos productos más de primera necesidad. Parece ser que el gobierno quiere acabar con esta singular dualidad pero el embrollo es importante.
- En toda la isla puedes ir tranquilo incluso de noche. No hay delincuencia. Lo dice con orgullo y satisfacción.
- No hay paro. Quien quiere trabajar, puede.
- Ahora hace muy buena temperatura (mejor que en verano) y todo el año hay una gran humedad que impregna todo con vida de los reinos vegetal o monista.
- En esta isla hay mucha historia, ya aparece José Martí (nombre del aeropuerto y de la desierta avenida por donde vamos), hijo de valenciano y canaria que la lió parda por aquí.
- De la distribución de terminales del aeropuerto.
- De los barrios (municipios) de La Habana.
- De algunos presidentes españoles. Según sus palabras, Aznar fue muy malo, estilo Trump y Sánchez ya se ha notado positivamente.
También nos pregunta por la independencia catalana.
20 minutos de coche y llegamos a la casa de Yordano, una de las más restauradas de toda la calle Mendoza. Nos reencontrarnos con los otros integrantes de la expedición, Valen y Tricia. La larga espera la pasaron Valen y Yordano platicando y amenizándola con algunos cubalibres, lo cual les confiere la condición de amigos íntimos a pesar de conocerse hace unas pocas horas.
A dormir que ya toca!
