Seguimos conmocionados por los atentados en Catalunya pero por duro e incomprensible que se muestre el rostro de la vida, las personas que tenemos la gran suerte de seguir tenemos el deber de levantarnos, solidarizarnos, reír, disfrutar... y muchos otros verbos que tenemos que seguir conjugando para seguir creyendo que nuestra humanidad es capaz de hacer grandes y buenas cosas.
Estamos a 80 km de los acantilados de Moher pero gran parte son, de nuevo, por carreteras estrechas donde los tupidos matojos y los árboles que crecen en sus cunetas las abrazan de tal manera que solo queda el gálibo de los grandes vehículos que por aquí pasan creando bellos túneles verdes pero un poco asfixiantes para los conductores.
Nos ha sorprendido ver en las carreteras camiones de una altura muy superior equiparable a los autobuses de dos pisos que circulan en muchas ciudades irlandobritánicas. En todas las carreteras hay dispositivos sonoros marcando las líneas, esos pequeños salientes que crean un molesto zumbido cuando pasas por encima de ellas pero que te alertan del peligro de traspasarlos.
Pasamos por Dunguaire Castle, a pie de un laguillo...
En la acera de enfrente unas casas tradicionales de paredes blancas con gruesos cañizales por techo y grandes espacios verdes a todo su perímetro.
Con todo lo que llueve por aquí y la justa insolación que recibe la superficie natural, el césped se cuida de forma innata, eso hace que en todos los campos de deporte exista una capa verde que sería la envidia de cualquier equipo profesional.
Llegamos a los Cliffs of Moher, un paisaje único, impresionante...
Como podéis inducir de las fotos, hacia un poco de mal tiempo, la temperatura rondaba los 10° y el viento y, sobretodo, la lluvia no nos deja disfrutar de la actividad prevista (por primera vez en este viaje) ya que el tiempo meteorológico justo nos da margen para reflejar la grandeza de este lugar en algunas fotos pero en seguida nos tenemos que resguardan en el centro de visitantes donde hay una parte expositiva muy interesante, la tienda y las instalaciones para los miccionadores y otros menesteres higiénicos. Aquí os dejamos una "picture" de un pequeño "refugio budista" que encontramos.
Volvemos a los coches para realizar la última gran etapa vehicular, después de más de 3 horas, una buena comida y una parada para hinchar ruedas llegamos a Dublin y el TomTom nos hace atravesar el meollo de la ciudad, tenemos que rectificar y llegamos a las 6:30h pm al Isaacs Hostel.
Dejamos maletas y los chicos nos vamos al partido de Rugby Leinster (local) contra Gloucester (club inglés) ambos equipos son de las categorías superiores de sus países respectivos y tienen jugadores que juegan en sus selecciones. Aunque sea un partido amistoso, la calidad del encuentro es brutal. Una experiencia muy interesante sobretodo para Joan Pere y Biel que tienen este deporte en su ADN.
Mientras, las chicas pasean por las zonas céntricas de Dublín.
Esperemos que los ruidos de los fiesteros, el tren (que pasa justo al lado), los coches, las gaviotas... nos dejen dormir...
Bona nit i visca Barcelona i les seves Rambles!