Nada más levantarnos nos dirigimos al museo geológico Yavapai, pequeño pero interesante. Seguimos el borde del Gran Cañón y apreciando su inmensa espectacularidad. Vemos las primeras ardillas, una ratilla con cola pequeña, los primeros rapaces, los típicos cuervos (que abundan), algún gamo (!)...
Nos dirigimos al aeropuerto del Grand Canyon para coger una avioneta. El vuelo nos ha impresionado, sirve para ver la gran magnitud del cañón y su gran belleza, es único!
Para completar el conocimiento sobre esta maravilla vamos al IMAX cercano al aeropuerto que nos da una visión más acuática del río Colorado. Interesante aunque un poco caro.
Hacemos alguna parada más antes de seguir hasta Page para contemplar la profundidad de este río. Por la carretera de Page volvemos a dejar el bosque para recuperar el desierto que tanto nos hace rememorar las películas del Oeste. El desierto no pierde en ningún momento belleza ya que es un paisaje con mil formas y colores singulares.
A una hora de Page una sorpresa: una lluvia torrencial casi no nos deja pasar la carretera por la invasión de un curso de un río que normalmente debe estar dormido, podemos atravesarlo, no sin suspense, porque el coche que llevamos es un poco alto y acto seguido vemos como este río sigue paralelo a la carretera pero que unas millas más adelante está seco por lo que podemos decir que hemos sido testigos como "renacía" un río.
Unas millas más allá y llegando a Page descubrimos el Horseshoe Bend, qué preciosidad! Dejas el coche, andas poco más de un km y te encuentras al borde de un profundo cañón en forma de herradura poco antes de la puesta de sol. Marvellous!
Aquí Mar.
Aquí Noa y Cris al borde del precipicio.
Y aquí yo.
Nos instalamos en Page con la mala suerte que el wifi es un desastre. Nos empezamos a poner nerviosos ya que la noche anterior tampoco pudimos conectarnos.
Lo primero que nos sorprende de esta ciudad es la gran cantidad de iglesias diferentes y su cercanía unas de otras (metodista, luterana, del séptimo dia...).