Cris recibe las felicitaciones calurosas y pertinentes por su 40 y pico cumpleaños. Una mocita.
Desayuno con ovoescasez y nueva excursión habanera.
Segunda visita a la capital cubana. Como todavía quedan bastantes puntos a visitar, están distantes entre ellos y hace bastante calor, decidimos utilizar el bus turístico ya que podemos ir subiendo y bajando todo el día por 10 ceucé (a pesar de que en la entrada del bus pone 5). Una voz nasal y poco ecualizada como un Pato Donald electrónico que no se entiende nada nos intenta informar de los puntos de interés por los que vamos pasando como por ejemplo el monumento a Máximo Gómez o el Castillo de la Real Fuerza.
Coches antiguos, alguno más actual y un cocotaxi...
Visitamos el Mercado de San José cerca del puerto. De grandes dimensiones, variedad y buen precio en artesanías.
Nos dirigimos a la plaza Vieja, nos hacemos la foto al lado de la estatua de una mujer desnuda con un tenedor montando sobre una gallina. Simboliza el poder de la mujer sobre el hombre a través del sexo y la comida.
Tomamos un refrigerio en el bar plaza Nueva (!) e intentamos visitar la "Cámara oscura" una curiosa instalación que refleja con espejos el paisaje habanero pero es el horario del almuerzo y está cerrado.
Casi todas los comercios, museos y atracciones se cierran con horario europeo, entre 16 y 18h.
Visitamos la cercana plaza de San Francisco donde se ubica el convento (ahora museo) del mismo nombre.
Un par de escalas de bus turístico hasta el parque Central. Pasamos cerca de un grupo de hombres discutiendo fervorosamente sobre su deporte rey, la pelota (béisbol).
Un urgente y fresco momento wifi en el hotel Plaza y volvemos al bus.
Pasamos por la Habana Nueva (que no hace mucho honor a su nombre). Después por delante del Hotel Nacional, escenario de la crisis de los misiles del 61 y otras batallitas revolucionarias.
Vemos la embajada de EEUU y enfrente su curiosa plaza (Monte de las Banderas), escenario de trifulcas propias de la guerra fría.
Y paramos en la plaza de la Revolución culminada con el marmolado monumento de José Martí. Es la construcción más alta de la Habana con 142m, como un edificio de 40 plantas.
Para acceder a su interior tenemos que cruzar 11 carriles sin ningún paso de cebra. Menos mal que hay poco tráfico.
Subimos en ascensor a su mirador y podemos observar toda La Habana y algún urubú de cabeza roja o tiñosa (como le llaman localmente), animal que nos ha acompañado durante todo el viaje (no éste en concreto si no muchos de su misma especie).
En bus nos acercamos al restaurante La Fontana (parada busera de Hotel Copacabana). A pesar de ser un renombrado establecimiento no se escapa de las limitaciones de provisión de algunas materias primas. Está especializado en productos de mar pero no tiene nada de marisco ni pulpo. A pesar de ello, su alta calidad alivia gratamente nuestro apetito ya que son las 16h. Devoramos 3 barras de pan delicioso, espaguetis con gambas y pescado...
Al salir del restaurante en un arbusto cercano nos topamos, literalmente, con un colibrí. Ese pájaro de cuerpo muy pequeño, aleteo rapidísimo y recolector de sustancias florales. Un espectáculo fantástico.
De vuelta, pasamos por el segundo e interesante cementerio más grande del mundo (después del de Roma) mientras algunas ramas de árboles cercanos amenazan nuestra integridad física sentados en la parte superior descapotable del bus.
Pasamos por la Universidad.
Durante las jornadas anteriores no habiamos sufrido mucho por el merodeo de mosquitos pero los últimos días vamos a recibir en diferentes ocasiones sus molestas picaduras (Cris y yo, principalmente).
Taxi de vuelta a nuestro alojamiento, ducha, cambio de ropaje y de vuelta a la Habana para visitar el espectáculo basado en canciones de los 50 interpretadas por el Buenavista Club Social en el palacete donde se ubica el Centro Rosalía de Castro.
Nos asistirá la camarera Grey para servirnos mojitos, cervezas, aguas, una pizza y algunos "fríos".
A las 21:30h, puntualmente, empiezan a entonar "De Alto Cedro voy para Marcané. Llego a Cueto y voy para Mayarí...".
Uno a uno van presentando a las estrellas cubanas que interpretan canciones clásicas del son cubano, algunos éxitos internacionales como "Volare" o ambas cosas como "Guantanamera" que sirve como colofón bailongo de esta apoteosis musical.
Sencillamente extraordinario.
Volvemos "a casa" que se nos ha hecho la hora de Cenicienta
Güenas noshe!