diciembre 27, 2021

Llegamos a Reykjavik!

¡Compártelo!

Preámbulo

Hola amigos y amigas, hacía mucho tiempo que no compartía nuestras experiencias vacacionales. Espero que nos acompañéis en este viaje hibernal por tierras islandesas. En verano nos frustró la cuarentena impuesta a los llegados a esta isla. Ahora ha sido "suficiente" el certificado de vacunas y una prueba de antígenos. Ésta última ha sido muy estresante. Preparas todo el viaje, haces un desembolso importante y te vas ilusionando día a día paralelamente al aumento de inquietud por saber qué resultado nos dará la prueba. Además, los últimos días está habiendo un incremento muy significativo de personas contagiadas y un par de horas antes de hacernos la prueba, el laboratorio nos dice que anulan todas las pruebas por un positivo interno. Es el día de Navidad y nos vamos el lunes 27 a primera hora (horror!). Desesperadamente buscamos alternativas pero no encontramos nada disponible. Finalmente conseguimos hacernos la prueba en unos laboratorios de la calle Compte d’Urgell y dos horas más tarde conocemos sus resultados negativos. Saltamos como si nos hubiese tocado la lotería. Ya nos conocéis: ¡viajando y conociendo parajes nuevos somos enormemente felices!

Visitaremos unos lugares donde las máximas raramente suben de 0o centígrados, eso provoca que el volumen de enseres transportados sea de dimensiones considerables. No queremos pasar frío. Si es necesario nos pondremos más capas que una cebolla.

27 de diciembre de 2021

La combinación del viento despejante, el sol directo y las pruebas negativas nos hace parecer que es un día radiante en todos los sentidos.

Llegamos al aeropuerto Josep Tarradellas. Facturamos maletas y vuelo de 4 horas a Reykjavik, capital de nuestro destino. Viaje placentero. Tengo la suerte de ir en ventana. Un espectáculo:

Montserrat un poco tapado

Viajamos continuamente por encima de un mar de nubes que ocasionalmente se abre para mostrarnos un retazo del paisaje:

Prepirineo nevado

Pero como por arte de magia, cuando llegamos a Islandia ni rastro de la cubierta nebulosa. Será un buen presagio para las ansiadas auroras boreales?

Costa islandesa del suroeste

Los trámites para salir del aeropuerto resultan extrarápidos y nos unimos al resto del grupo (10 turistas, 1 conductor y el guía) con los que viajaremos los siguientes 7 días. Todo está helado. Nos dirigimos a nuestro transporte terrestre mientras el horizonte recolecta los colores del lento ocaso septentrional.

Nuestro guía será Javi, un extremeño-catalan-leganense-islandés que nos facilitará el periplo navideño.

Nuestro chófer se llama Hemin (o algo así), un fornido islandés y el vehículo un gran autocar con muchas más plazas de las necesarias.

Durante el transporte de una hora hasta el hotel Klettur, Javi nos empieza a introducir en un montón de datos y características que nos servirán para entender esta gran isla de 110.000 km2 y sus pobladores y para que el viaje sea lo más provechoso posible.

El paisaje helado con muy pocas plantas visibles ya que el subsuelo es completamente volcánico y la meteorología es sumamente adversa. En época estival el paisaje es más verde por la proliferación de arándanos y otros pequeños arbustos.

Los nombres de ciudades y la orografía son descriptivos, larguísimos, sin apenas vocales y con letras desconocidas para nosotros, lo cual convierte a cualquier intento de lectura en una ardua tarea.

Reykjavik, quiere decir bahía (vik) humeante (Reykja). El vapor proviene de las frecuentes grietas geotérmicas que inundan la superficie terrestre y fue bautizada así por ingólfur Arnarson, primer poblador allá por el 874.

Islandia es un país muy igualitario respecto a los derechos de hombres y mujeres, con gran longevidad, donde continuamente se está innovando, donde no se cobran comisiones, donde la leche del cortado te la sirven fría y donde el servicio en la hostelería es, en general, lento.

La economía proviene, tradicionalmente de la pesca, actualmente del turismo y las minas de bauxita y en un futuro, parece ser, de las extracciones de silicio.

En el mundo hay 350.000 islandeses, 230.000 en Reykjavik, 70.000 en el resto de la isla, 15.000 en la costa alicantina y 15.000 diasporizados.

Los y las islandesas son muy prácticos y muy eclécticos. Un ejemplo de su practicidad es la matrícula de los coches: acaba en el mes que hay que pasar la ITV y incluye un pequeño recuadro donde pone el año. Una forma de ahorrar la molesta pegativa del parabrisas. Los neumáticos tienen pequeños clavos ya que durante períodos largos y en casi todos los viales, la superficie está helada permanentemente.

Javi recomienda comprar unos crampones para andar. 25€, precio islandés y módico.

Hay que tratar cuidadosamente el agua caliente doméstica ya que puede alcanzar temperaturas de quemadura. De hecho antes de que lleguen a las viviendas hay que enfriarla. El agua y el sistema de calefacción es gratuito. Los proporcionan la madre naturaleza y los buenos gobernantes.

Javi nos explica que toda la comida es de muy buena calidad y que hasta ahora se sirve sin apenas procesados. Se deleita en detalles sobre la bondad de la carne de carnero, del pescado...

Nos explica que para optimizar las pocas horas de sol que tendremos (poco más de 4 cada día) saldremos y llegaremos bien entrada la noche.

El conductor explica a Javi que ha habido frecuentes terremotos los últimos días y que el más fuerte llegó a 5 en la escala de Richter. Deu ni do! Muy cerca de donde pernoctaremos hay un volcán que está emanando lava a cascoporro desde el marzo pasado sin parar. Javi intenta tranquilizarnos informándonos que desde hace 60 años nadie en la isla ha muerto ni por causas tectónicas ni volcánicas.

Por estas circunstancias, las construcciones en toda la isla son de baja altura y de materiales sencillos. Resulta más barato reconstruir que reparar.

Es un país caro en todos los sentidos. El vino y las cervezas, por ejemplo, triplican nuestros precios. Eso no es óbice para que el alcoholismo sea uno de los problemas islandeses.

Llegamos al hotel Klettur, céntrico pero en zona tranquila. Salimos a pasear por el centro y empezamos a comprobar las sensaciones térmicas. Rápidamente llegamos a la conclusión de que hace un frío del carajo.

Paseamos por la calle central. Islandia no tiene grandes monumentos y las construcciones son austeras. A medida que la noche se va imponiendo va apareciendo la iluminación navideña por casi todos los edificios y elementos de la vía pública. Es una manera muy linda de "dar calor" a los visitantes. Otra manera de calentar de verdad es la calefacción hídrica en el subsuelo de las aceras de muchas calles. Muy útil para pasear con tranquilidad.

Visitamos exteriormente l'església Hallgrímskirkja, una de las construcciones más grandes de la isla impulsada por Guðjón Samúelsson, que la diseñó con fundamentos naturales: en forma de montaña, con columnas basálticas y de silueta de foca. Es luterana como la mayor parte de la religiosidad islandesa.

Enfrente está el hotel Leifur Eiríksson, primer europeo que pisa América e hijo de Erik el rojo

Acabamos comicenando (no habíamos comido nada desde el sucinto desayuno) en el restaurante de comida local Potturinn og Pannan. Todo muy bueno: pan reciente, pasta marinera, puré de espárragos, pescado local...

Este viaje promete...

¡Haz clic para puntuar esta entrada!
(Votos: 0 Promedio: 0)

¡Compártelo!

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

linkedin facebook pinterest youtube rss twitter instagram facebook-blank rss-blank linkedin-blank pinterest youtube twitter instagram