Cuando uno está de vacaciones suele perder la noción y las referencias del tiempo, si además lo juntas con que en pocos días hemos pasado por 4 estados, puede provocar que los últimos días hayamos vivido una hora por debajo de la real, al estilo canario. Cosas que pasan.
El lunes 7 de agosto prometía, vamos a visitar Monument Valley, aquel paraje inmortalizado por el creador del correcaminos y el coyote o por los westerns clásicos de John Ford y John Wayne.
Nos despertamos en Ticaboo, un emplazamiento (no le podemos calificar con el digno nombre de pueblo porque ¡no hay ná!) a una hora tranquila ya que el ferry que atraviesa el lago Powell sale a las 11h de Bullfrog. Después de pasar por Page y Bullfrog valoramos que el lago Powell no nos ha cautivado, quizás si haces un paseo en barco o en lancha recreativa…
El ferry nos da un momento tranquilo, placentero. Noa y Mar les gusta, Cris, como es habitual cuando emprende un trayecto sobre algún artefacto navegable, se tensiona un pelín y yo sigo haciendo algunas fotos…
Seguimos hacia Mexican Hat, los paisajes siguen siendo entretenidos, en algunos momentos tienen una cierta monotonía cuando sólo se ven esos matorrales bajos (grises, amarillos o verdes) que sobresalen como héroes de la capa arenosa típica de este desierto pero cuando menos te lo esperas, zas! aparecen montañas, piedras o hasta una nube que te hacen exclamar: ostia!, pues tienen su punto! Exclamaciones más o menos chabacanas o más o menos precisas.
En el trayecto hacia Monument Valley sufrimos una tensión inesperada, nos esperan a las 17h para hacer el recorrido con la compañía navaja (este nombre ha dado para algunos chistes, os podéis servir) y salimos con tiempo de sobra pero a partir de una bifurcación (Blanding o Mexican Hat, escogemos esta última) el tiempo que nos marca el GPS va aumentando hasta límites que ponen en peligro nuestra puntualidad. Gracias (en este caso) a mi testarudez seguimos. La discordancia venía por un tramo de tierra que el GPS no detectaba como carretera y que además es de una belleza superior. De repente la carretera (camino más bien) se desploma en curvas interminables como un gran puerto de una vuelta ciclista y nos deja ver los bellos entornos del objetivo de hoy.
Nos relajamos y empezamos a disfrutar de un nuevo paisaje, otra vez diferente, estimulante… Pasamos por Mexican Hat (os dejo la foto del asunto pedregoso que da nombre al pueblo).
Y nos dirigimos a Monument Valey Tipi Village donde nos alojamos y desde donde iniciaremos nuestra excursión.
Los tipis son grandes y están muy preparados para los turistas del siglo XXI, tienen luz, corriente eléctrica (suerte que nos trajimos el enchufe de plano a circular) camas, sábanas, toallas, duchas… además tienen zonas comunes con nevera, microondas, mesas y te ofrecen madera para las barbacoas a un módico precio y una colchoneta que las niñas prueban. También tienen wifi pero de baja calidad…
Un pequeño y atento réptil.
Comemos en uno de los pocos restaurantes de la zona. Continuamente cuando uno va de viaje compara todo con nuestras vidas cotidianas, para bien o para mal, en este caso positivamente: cuando te sientas en una mesa de restaurante ya tienes servida una jarra con agua fresca con hielo (gratuita), buena costumbre!, sobre todo teniendo en cuenta que el calor externo es intenso.
Compramos la cena y desayuno en un buen supermercado cercano (tampoco es que haya muchos más en decenas de kilómetros a la redonda…) y nos vamos a montar en el 4x4. Nos acompaña la simpática navaja Kuina (o algo parecido), vamos extrañamente solos en un vehículo para 12 y emprendemos el trayecto que como veréis nos dejó ensimismados, encantados (se me acaban los calificativos positivos… y eso que quedan casi 3/4 partes del viaje) y con un estado de paz y harmonía superiores.
Os dejo fotos para que juzguéis vosotros mismos:
Algunas rocas que desafían la gravedad.
Aputalándolas castelleramente.
Contratamos el viaje de 2,5h pero se alargó casi una hora más cuando el sol proporciona esa luz tan estimable por la fotografía. Al principio dudamos de hacerlo con el 4x4 ya que a gran parte del valle se puede entrar con coche pero al final nuestras dudas se convirtieron en convencimiento que la excursión había sido imprescindible. Por los parajes singulares, por los momentos de música india que nos ofrecieron...
...y la obertura de una de sus casas antiguas sedentarias que nos ofrecieron.
Volvemos con una felicidad extrema.
Cenamos hot dogs (nuestra dieta es una de las grandes perjudicadas en este viaje), cereales, jalapeños, queso, leche…
Y antes de irnos a dormir nos embelesamos contemplado el cielo superestrellado y con la Vía Láctea como gran protagonista mientras algún coyote reivindica su presencia. Otro momento mágico!
Good Night!
I digo yo....aquí no és on cristu va perdre les espardenyes?????
Segurament! Tota aquesta regió desértica esta infrapoblada, amb els mínins serveis.