Partimos en dirección noroeste para explorar la Península de Snaefellsness, es un buen resumen de los paisajes islandeses, es un apasionante y agreste territorio que acoge volcanes, fiordos, campos de lava, llanuras desoladas y pequeños pueblos con encanto, presididos por la imponente presencia del glaciar Snaefellsjökull, sede del volcán Sanefell, famoso por ser el lugar por el que descienden al centro de la tierra Otto Lindebrok y su sobrino Axl en el "viaje al centro de la tierra" de Julio Verne.
Empezamos la jornada más pronto que las precedentes por lo que la noche está totalmente cerrada. Poco a poco se va abriendo...
Hacemos una parada táctica y preventiva (vaciado de vejigas excretoras, básicamente) en Borgarness. Por aquí se dice que para que se considere pueblo (como es este caso) tiene que incluir iglesia (kirka), tienda de bebidas (Vinbudin) y piscinas termales.
En el comercio visitado, parecido a una área de autopista, venden de todo, entre otras mercancías, los útiles crampones para evitar resbalones. Os narré un trompicón mío acontecido el segundo día pero he omitido otros traspieses sufridos por los otros miembros de la familia, con este sencillo artilugio se hubiesen evitado con casi toda probabilidad. Son muy recomendables si visitáis este país en época fría.
A medida que va clareando vamos viendo una riqueza de paisajes bellos interminables. En cada curva o tramo te sorprenden vistas a las que estamos poco acostumbrados ver y disfrutar. Os dejo diferentes instantáneas tomadas desde el asiento de nuestra guagua.
Primera parada en la playa de Ytri Tunga mientras el sol va lentamente desperezándose. Es una parte de la costa donde suelen reposar focas y que, en alguna ocasión, varan algunos cetáceos. Hace viento y frío extremos pero no suficientes para dejarnos de apreciar la gran belleza del lugar. No vemos ningún mamífero acuático pero sí algunos restos.
Segunda visita, Bjarnasfoss, cascada helada en lo alto de un despeñadero. Algunos retazos de bosque alto que tan poco frecuentan estas tierras, algunas bolas de nieve, algunas risas y unas vistas de 3600 excepcionales.
Tercera parada, los acantilados de Arnarstapi, hay veces que ni las palabras ni las fotos pueden hacer un poco de justicia a lo bestialmente interesante y bello que atesora este rincón de Islandia. Acantilados basálticos, montañas nevadas circundantes, puentes naturales...
Comemos en un restaurante cercano muy casero unas sopas muy ricas con opción a repetición pero, por desgracia, no lo suficientemente calientes. Un chocolate muy bueno, algún chupito local...
Seguimos rodeando la península. Por el camino cualquier momento y cualquier punto de vista es una oportunidad para plasmar paisajes hermosos...
Llegamos a otro de los momentazos del día, la montaña Kirkjujfell con su cascada helada Kirkjufellfoss, otra ocasión para perder el juicio haciendo fotografías, yo perdí el oremus (y la batería del teléfono) mucho antes por lo que tengo que tomar prestadas cámaras o imágenes de otros autores. Son fotos que no necesitan mucha explicación...
Regresamos hacia Reykjavik con el espíritu viajero supercomplacido. Haremos una parada, de nuevo, en Borgarness par aligerar líquidos internos, tomar algún café y intoxicarse con algún cigarrillo y seguimos ruta relajándonos en el autocar mientras se caen la noche y algunos párpados.
Decidimos ir a cenar sin pasar por el hotel. Coincidimos con un simpático catalán de Mataró que lleva 8 meses trabajando de recepcionista en un hotel.
Por desgracia no cabemos todos en el Fish & Chips Reykjavik y nos quedamos David, Cris, Noa y Mar. Cenamos un "fish and chips" muy rico y (distinto y mejorado respecto al típico británico) y relativamente económico.
Nos vamos al hotel y cuando estamos aposentados, oteo por la ventana y veo esto...
Una clara aurora boreal!
Me pongo nervioso perdido, contagio mi precipitación a los demás miembros del grupo, nos ponemos la ropa encima del pijama y nos vamos.
Empezamos a callejear para encontrar un sitio oscuro para verla en plenitud y finalmente acabamos en el mejor sitio de la ciudad, el paseo marítimo. Aquí os dejo las fotos. No podemos ser más felices, saltamos y gritamos como niños. Continuamente cambia de forma serpenteando como un réptil gigante pesado que no tiene prisa. Se ve con total claridad, nos da tiempo a hacer muchas fotos, son momentos que, a pesar del entorno, no tienes frío y que tu cuerpo está en equilibrio. Brutal. Supermomentazo. Nos vamos porque empieza a ser tarde pero girando la cabeza porque son imágenes hipnóticas. No podíamos poner mejor broche a tan gran viaje.
Hoy ha resultado un día sensacional en todos los aspectos. Para recordar eternamente.
Creo que esta noche vamos a dormir como lirones...
Góða nótt!