Hoy 1 de agosto de 2019 empezamos un nuevo periplo turístico que, en esta ocasión, transcurrirá por algunos países que rodean nuestro mar Mediterráneo.
Empezaremos por una parada a casi la mitad del destino principal que tendrá lugar en Grenoble (Francia), seguiremos por Eslovenia, su capital, sus preciosas montañas, sus grandes cuevas..., continuaremos por Croacia, Zagreb, los lagos espectaculares de Plitvice, su costa llena de rincones interesantes... y finalmente aprovecharemos una larga parada "técnica" para conocer el valle italiano de Aosta a pie de los Alpes, muy cerca del monte Cervino.
Intentaremos hacer una crónica diaria y deseamos que logremos convertirlas en vuestras lecturas estivales...
A las 11h puntuales salimos de la "silenciosa" plaza del Pallars en el noble barrio de El Pedró y de, la no menos ilustre (gracias a sus excelsos vecinos), Cornellà de Llobregat.
Aquí os presento a los 7 magníficos que intentarán aprovechar cada minuto para conocer, para reír, para disfrutar... y que junto con sus equipajes atiborran un Seat Alhambra sufrido y resultón.
La mitad del recorrido del día es por un entorno de poco entretener, primero porque lo conocemos en demasía y después porque resulta un paisaje bastante plano en los sentidos físico y estético.
Avanzamos según horario previsto salvo en algunos pequeños fragmentos caravaneros. Es día laborable y, en consecuencia, hay profusión de camiones, propio de la arteria principal que estamos transcurriendo.
Pasamos a la altura del Canigó, montaña-simbolo de la catalanidad.
Un pique nique en un "aire" francés. Acompaño el texto con un testimonio gráfico circunstancial y víctima del "no postureo" (aunque procedente en algunos casos, considero al postureo un destructor masivo de buenas fotos):
Llegando a Avinyó se anima la diversidad del entorno, álamos, plátanos, encinas, maíz, cereales, girasoles mirando al unísono, algunas viñas, algún "chateau"... todo sazonado con unos intensos 35 grados centígrados.
Aparecen las primeras nubes, cielos aborregados, cirrocúmulos, nubes blancas sin sombras compuestas por elementos pequeños en forma de pequeñas ondulaciones separadas regularmente.
Más tarde, estratocúmulos parecidos pero en formas acanaladas. Tienen más extensión horizontal que vertical.
Todas ellas son nubes inofensivas que no producen precipitaciones.
Comienzan a frecuentar las referencias tourianas como el Mont Ventoux (y su cumbre areniscosada), el Port d'Envalire o la Val d'Isere que nos pueden hacer rememorar gestas ciclistas de primer orden.
Cuando se hacen trayectos largos de coche se tiene que agudizar el ingenio para hallar entretenimientos. Uno de los principales, como es habitual, resulta la música. gracias a San YouTube, San Spotify i el apóstol MP3 podemos dar repaso de grandes clásicos y muchos éxitos actuales como Take on me de A-ha, Sufre mamón de Hombres G, varias canciones de Rosalia, Imagine Dragons... pero la que capta más nuestra atención resulta ser María Figueroa con la canción "Me llamo María", esperpéntica pero con potential de enganche extraordinario.
El tedio nos hace hasta corear, con gran intensidad, algunas de las canciones.
Dejando Valence cambiamos, poco a poco, ese paisaje por valles hondos, ríos caudalosos, sierras altas, carreteras más sinuosas, menos camiones, menos temperatura...
Llegamos a Grenoble, ciudad encajada por montañas con pequeñas motas de nieve en sus cumbres, entramos por la zona industrial, pasamos por una avenida con trolebús...
El hotel está en el extrarradio por lo que dejamos maletas en la habitación y vehículo aparcado y montamos en el tranvía hacia una dirección muy "curiosa", os dejo foto...
Este destino viril nos proporciona unos momentos desternillantes del día, sobretodo para mi que, ante la estupefacción de los francófonos, me resultado imposible parar de reír cuando lo anuncian en cada parada con ese acento francés "direction Fontaine La Poyá".
Bajamos en la parada Victor Hugo, callejeamos un poco...
Subimos a un aéreo muy parecido al de una estación de esquí hasta la Bastille que corona la montaña cercana a una altitud de 263m superior al del casco urbano.
Des de el mirador grandes vistas de los Alpes incluyendo la cima más alta de Europa, el Montblanc, allá por la letanía.
Volvemos al centro, paseamos por sus calles peatonales y con muchísimas terrazas...
Cae la noche, decidimos buscar un lugar para saciar nuestra sed y nuestra hambre. Decidimos recurrir a las pizzerías que están al otro lado del río.
Las crepes y las pizzas resultan de buena calidad pero la cena acontece mientras un ejército de hormigas voladoras y otros insectos alados nos invaden. Vamos cenando mientras intentamos evitar que esos pequeños animales no se incluyan en nuestra dieta sólida o líquida.
Volvemos al tranvía. Pagamos solo 4 viajes de vuelta por indicación expresa de un trabajador de esta compañía ferroviaria ya que prefiere la salida rápida del vehículo...
Una duchita, un poco de tecleo del celular y "fins demà"!
Bon nit!
Molt bon viatge. Us segirem endinçats en la lectura dels recons que anireu recorrent.