Viernes 10 agosto de 2018, último día de esta aventura. Normalmente este día da para poco (alguna compra o gestión que falta, ordenar maletas, estar tranquilos y llegar a tiempo del avión...) pero nos proponemos exprimirlo.
Empezamos por la National Gallery Singapore, museo de arte del sudeste asiático. Sobre todo expone pinturas pero también algunas disciplinas más. Edificio imponente y una extensa colección. No resulta una experiencia cautivadora pero si relajante e interesante y, además, estamos con una temperatura que nuestros esbeltos cuerpos agradecen. En su techo: jardín vertical, lámina de agua que proporciona unas curiosas reflexiones solares en el interior y laberinto de bambú.
Comemos en el Buona Terra cerca de Orchard Road, un italiano con platos elaborados, nos encanta.
A Singapur se le puede calificar de muchas maneras, ya que tiene una alta diversificación de culturas, riqueza cultural, oferta amplia comercial y tecnológica, modernismo a raudales, verde (mucho verde)... Un aspecto que destaca es la alternancia de rascacielos y barrios de casas bajas com este de la foto y el siguiente que visitaremos: Chinatown (siiii, Noa: Chainataun, no chinataun, pesada...).
Un aspecto que caracteriza también a los barrios bajos de esta ciudad son los porches que protegen a los transeuntes de los rayos solares directos. Qué lástima que se vayan obviando en las nuevas construcciones...
En el barrio de Chinatown empezamos visitando el imponente y bellísimo Budha Tooth Relic Temple. En su interior están realizando un acto religioso en el que podemos ver sacerdotes budistas recitando, suponemos que en mandarín, un libro de culto mediante sistema megafónico y decenas de personas coreándolo al unísono. Nos deja estupefactos.
A pocos metros del mismo barrio podemos contemplar colorido y barroco templo hindú de Sri Mariamman, nos recuerda el que vimos en Bangkok pero con figuras más grandes.
Sin dejar este barrio, visitamos el templo budista Thian Hock Keng, más pequeño con detalles preciosos y una pintura exterior fabulosa.
Aprovechamos la hora que nos queda para acabar de ver el barrio donde nos hospedamos, Kampong Glam. Con su color, continuo de tiendas y restaurantes, algún mural espectacular y la mezquita que nos ha dado unos minutos de tabarra durante las madrugadas.
Como he ido insistiendo, perdonad pero es una de mis debilidadades, me maravilla la integración de la naturaleza en la urbanidad singapurense. Os dejo un par de ejemplos más, un edificio en una de las calles de rascacielos y un mural verde en el aeropuerto de Singapur.
A las 18,15 marchamos al aeropuerto.
Durante todo el viaje, pero sobre todo en los aeropuertos hemos visto mujeres musulmanas totalmente tapadas. Es una imagen a la que nunca nos deberíamos habituar, ya que es, sencillamente, denigrante, limitante, insalubre e incomprensible.
El primer vuelo resulta muy agitado, casi 5 horas de continuas turbulencias que nos dejan extenuados.
El siguiente vuelo, desde Doha, sale con más de 4 horas de retraso después de diversos "van y vienes" de salas de espera pero en éste si que la suavidad del pilotaje nos deja descansar un poco más.
Tenemos ganas de llegar a nuestra tierra aunque haya, según las noticias que nos llegan, una ola de calor. Nos va asaltando un ansia por comer fuet, queso manchego, olivas...
Como curiosidad os dejo la imagen que proporciona una de las tres cámaras exteriores que lleva el avión y que se pueden consultar desde la pantalla de cada asiento. Podéis ver el río Llobregat y la pista de El Prat. A punto de aterrizar!
En la llegada a El Prat, coincidimos con personas que han vivido el epicentro del terremoto (y las centenares de réplicas) en la isla de Lombok la qual ha quedado devastada. Les esperan, con mucho sentimiento, un nutrido grupo de personas. A pocos no se les escapan las lágrimas.
Este viaje quedará marcado por el seísmo que vivimos en primera persona y que por suerte no tuvimos que lamentar ningún daño, ha sido una experiencia que nos marcará irremediablemente y que serà lo que más recordaremos pero esto no debe ocultar un magnífico recorrido turístico por tres lugares que nos han aportado paisajes únicos, risas intensas, culturas exóticas, sabores diferentes, personas entrañables y vivencias memorables.
Creo que, especialmente, para Noa y Mar ha sido un recorrido que les ha proporcionado una estimulante y nueva visión de lo que nos rodea aunque se encuentre a miles de km de distancia. Este planeta cada vez es más pequeño y cosmopolita. Algunas diferencias se suavizan pero, por suerte, cada pueblo tiene su historia, su cultura y su idosincracia.
Pues ya estamos, si nos habéis seguido hasta aquí, mil gracias! Pero antes de despedirnos querríamos descatar algunos chascarrillos de estos 14 días.
No sé si serà la relajación veraniega, la edad que inexorablemente va avanzando, la pereza o las ganas de inducir las risas del resto de acompañantes pero mi habilidad a traslocar algunas letras o palabras ha sido excelente y profusa.
Unos de los momentos más desternillantes que recuerda mi excelente cohorte es el día que desde el primer hotel con el móbil, que gentilmente ofrece esta instalación durante toda la estancia, llamé a mi madre para comunicarle lo bien que nos encontrábamos, como mi madre está un poco sorda, le dije con voz alta y segura: "mamà nos lo estamos pasando muy bien en Hong Kong", el caso es que estabamos en Bangkok. De las risas, Cris se cayó de la cama y tuve que cortar antes de lo previsto a resultas de las carcajadas generales, incluyendo las mías.
No ha sido la única transformación tiponímica ya que en algún momento bauticé a Indonesia como Islandia o le cambié el nombre a Tailandia (por Finlandia).
Una de las cosas que les hace más gracia a mis compis (supongo que a causa de mi supuesto y titulado conocimiento de la naturaleza envolvente) es mi confusión de especies animales, como, por ejemplo, cuando después de un quiquiriqueo insistente dije "que gallina más pesada" o cuando confundí una libélula por una mariposa.
No se han salvado tampoco las cuestiones materiales, cuando me disponia a darme un baño en la piscina expresé mi intención de ponerme el pijama o cuando proponía visitar los centros de culto musulmán proponía de ir a la mosquita.
En un momento concreto, envueltos en la multitud de vehículos de dos ruedas motorizados por las calles de Bali, quería que mis chicas posasen para immortalizar el momento (cosa muy habitual) comunicándoles mi propuesta de hacer una moto (en lugar de foto). También en esta isla hice algún comentario sobre el balcón que hacía pocos años había entrado en erupción.
Y no sigo que os vais a llevar una idea equivocada de mi excelente condición cognitiva.
Cris, por contra, se ha centrado en darle patadas a la gramática y al léxico anglosajón. En una noche desesperada, porqué las cocinas de Singapur estaban casi todas cerradas, entramos en un garito y preguntó si la Chicken (en lugar de Kitchen) estava "closed". En caso es que la entendieron! A renglón seguido nos empezamos a imaginar un pollo de actitud abierta. El último día para responder al taxista chino que le preguntó si tenía un billete más pequeño, respondió "no tinc", aunque tiene sonoridad mandarina dudo que en este caso, la entendiese. Yo creo que si dejamos a Cris una temporada en un país de éstos les hace evolucionar su idioma de forma drástica.
Tampoco se han salvado de provocar momentos distendidos la benjamina y la progenitora. Mar en un momento en que las altas temperaturas nos proporcionaban una pausa expresó "que flequito que hace" expresión que adquirimos para momentos de similares condiciones. Noa, por contra, en uno de sus momentos de alta secreción nasal, nos pedía mocos en lugar de pañuelos.
Por último referenciaré un momento de la noche del seísmo cuando compartí inquietud y lecho con Mar y Cris. Ellas durmieron muy poco, yo, por contra, no dormí mucho menos de lo habitual, pues bien a causa de mi postura, condición física (me he engordado un poco gracias a los picantes, no es que engorden, es que las chicas dejaban mucha comida por estar un poco subidas de tono y como a mi me encandila...) y la ingesta de algunas bebidas isotónicas (gintonic y cerveza) mi sonoridad nasal era menos agradable que lo habitual. En este momento, para intentar apaciguar los decibelios ronquidiales, ellas me dieron un empujoncito. Mi respuesta física fue un giro transversal al mismo tiempo que (según ellas) iba diciendo muy pausadamente como los perezosos de Zootrópis: "Aaaah, queee daaañooo meee haaas heeechooo...". Posteriormente cada vez que alguién se sentía un poco increpado físicamente repetía, con rintintín, dicha oración.
Pues ya está, esté sueño se ha cumplido.
Hasta la próxima.
Besos y abrazos.