agosto 17, 2024

Zanzíbar playa y entrada a la capital

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Llegamos a las 18h al aeropuerto de Zanzíbar. Maletas, necesidades fisiológicas y 75 minutos de autocar por unas calles/carreteras llenas de puestecitos y gente. Un ambientazo.

Nos acompaña Malim, un guía de Kananga que chapurrea euskera y Català y que nos aconseja que no comamos en sitios “local local” pero si que podemos consumir en los que son “local”.

Se empieza a hacer de noche. Una hora y cuarto hasta el hotel. Aquí estamos, sentados, apretados (asientos supletorios en pasillos) y borrosos.

Nos alojamos en el Neptune Pwani Beach Resort. Un magnífico alojamiento por comodidades pero que nos aleja de la realidad zanziberiana que habíamos estado viviendo.

Playas preciosas de arena blanca (con algunos restos de algas y plantas acuáticas), agua color turquesa y fondo marino exquisito. Eso sí, repleta de masáis pesados que buscan el “oro” turístico.

Aquí estaremos tres noches que nos servirán para relajarnos, hacer algunas actividades y excursiones. Gozaremos del “todo incluido”.

El viaje a partir de ahora no se vivirá de la misma forma comunitaria que habíamos llevado a cabo en la parte continental ya que no tenemos guía ni actividades comunes.

Algunas estampas del resort.

Primer baño.

Refresco masái por su estilizada figura

Cuando baja la marea nos podemos adentrar centenares de metros mar adentro y visitar fauna marina como estrellas de mar o el pepino de mar “meador”.

Cuando volvemos a la playa, los masáis que han estado relacionándose con los turistas, acaban la jornada con partidillo futbolero.

Y empiezan a salir de sus agujeros de la playa estos pequeños y rápidos crustáceos que caminan costado.

Pequeños reptiles que pueblan los parterres del hotel.

Al día siguiente, Noa, Cris, José y yo mismo, nos disponemos a realizar la actividad del esnórquel para ver el arrecife de coral. Otros miembros van a visitar las plantaciones de especias.

Aquí estamos en la barquita.

Lentamente “se va acercando” la isla de Mnemba, donde realizaremos la actividad.

Vemos muchas otras embarcaciones, los tanzanos que nos llevan empiezan a agitarse, parece que hay delfines alrededor. Todas las embarcaciones están expectantes y inquietas esperando información de la ubicación de los delfines lo cual provoca una situación un poco caótica y cómica al mismo tiempo.

Tenemos suerte. De forma repentina aparecen justo al lado nuestro.

Estos mamíferos vuelven a saludarnos un par de veces más y nos desviamos hacia al arrecife para comenzar a practicar el esnórquel con un montón de fauna alrededor.

Conseguimos ver alguna medusa, alguna estrella de mar, alguna morenas, muchos pez aguja, algunos peces globos, la “Dori”, peces ídolo moro, peces cirujanas…

Misión completada con éxito y antes del retorno nos ofrecen un poco de fruta y agua.

Y un último baño relajante.

Nos lo hemos pasado en grande

De vuelta en unos breves segundos nos acompañan unos espectaculares peces voladores.

Aquí ya llegando a “nuestra playa”.

Comida y sin descansar nos vamos a una playa del sur, Paje. Un emplazamiento ideal para aprender y practicar kite surf, lo cual favorece un público joven y de ambiente.

Un montón de cuervos, especie muy presente en estos lares.

Aquí una foto del grupito con un espontáneo masái. Son simpáticos pero un poco pesados.

Un grupillo de masáis.

Por todo la playa hay vendedores ambulantes de un gran variedad de productos: chanclas, camisetas, anacardos…

Y algún espectáculo, en este caso de acrobacias.

De la playa para adentro hay calles estrechas llenas de tiendas y ambiente.

Vuelta al hotel, cenita, copita y descansito.

El tercer día en el resort será breve ya que nos recogen a las 14,30h para ir a la capital de Zanzíbar.

Las “pequeñas”, Mónica y Alberto se montan en motos de agua.

Mientras, los demás nos daremos un último baño en la playa y la piscina. De camino a la piscina nos topamos con un lagarto de dimensiones considerables.

Última comida en el restaurante italiano del resort y nos vamos a Stone Town.

Por el camino se observa gran variedad de cultivos y árboles: mangos, bananas. baobabs… Y mucha actividad. Resulta un paseo muy entretenido.

Zanzíbar pertenece a Tanzania aunque siempre ha tenido un estatus y una cultura muy diferenciada. Es mucho más musulmán (aunque moderado) que la parte continental por lo que la mayoría de mujeres van bastante tapadas. Suelen ir vestidas con colores muy vistosos.

Muchos hombres sentados, bajo sombras.

Una mezquita.

Parece ser que hay escuela porque vemos muchos estudiantes con el uniforme.

Llegando al centro vemos el Jane Goodall Institut.

Nos “recibe” un caos circulatorio que estresa a nuestro conductor que recula 3 veces para cambiar de sentido de la marcha sin dejar de hablar estentóreamente por el móvil.

Circulan todo tipo de vehículo, sobretodo pequeños autocares/autobuses que retornan a trabajadores y estudiantes a sus viviendas. Muchos tuktuks, motos bicis… con una sinfonía destacada de timbres pidiendo paso, avisando, etc.

Algún semáforo regula el tráfico (no habíamos visto ninguno en todo el viaje hasta ahora).

Finalmente el autocar nos acerca a 100m del hotel Maru Maru donde pasaremos los últimos dos días del viaje.

Ya queda poquito. Snif!

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